La piel es una parábola de nuestra vida, un cuento que vamos contando sin darnos cuenta. Sabemos que no siempre está igual, es más, no hay dos iguales. Es la que indica más firmemente nuestra identidad, porque habla a gritos de nosotros sobre quienes somos, lo que hacemos, el aprecio que nos tenemos a nosotras mismas, la vida que llevamos dentro... . Cada día se puede decir que tenemos una piel nueva, cada día dejamos lo que hemos tocado el día anterior, las caricias que hemos recibido, el sol que nos ha calentado para dar paso a sentir, tocar, coger de nuevo, quizás las mismas cosas, pero de forma diferente, porque la piel de ayer hoy ya no está. Es un buen ejemplo de la oportunidad que la vida nos da para empezar cada día, la caricia o el arañazo de ayer hoy serán diferentes, hoy los sentirás diferentes. Esta es una buena razón para cuidarla, una buena razón para no desperdiciarla por el regalo que te da la vida con un día nuevo. Cuidemos lo de adentro para cuidar lo de afuera.
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