Hoy ha sido un día especial. Me levanto con un dolor de espalda que tengo que superar porque el desayuno me espera. Mi marido, sufrido él, se levanta siempre detrás y cuando llego al baño no reconozco a una que tiene unas ojeras espantosas en mi espejo. La niña vierte la leche y a mi se me pone mala al ver la mancha marrón en el vestido rosa. Oigo a mi marido hablar diplomáticamente con el niño, cuando descubro que hoy llegará tarde al colegio. Soy maestra, me toca además de la biblioteca, el recreo con dos bajo cero y balonazo que me pilla después de haber esquivado dos. Por la tarde claustro; en medio lo justo para comer, más deprisa de lo habitual. Recoger a la niña de música, hago el camino andando y cantando, para espantar los males. Al niño le toca recogerlo del colegio y del partido a mi marido y claro trae notas, que no musicales, y el animo de ambos alterado. Ropa, lavadora...plancha...al montón. Ducha de uno, de la otra, ¿del niño?...mañaaana. Cena, platos, preparar el exámen para mañana...