martes, 14 de enero de 2014

El pañuelo rosa

No tenía duda, volvería, a pesar de cómo se veía; sola, sucia, usada, con hambre.
Le quedaba lejos, muy lejos el recuerdo de la niña segura de si misma, con ganas de hacer o ser algo, diferente al resto, siempre con gente alrededor que le ofrecía lo que pedía, a veces casi sin pedirlo, algo que no había apreciado. Había cambiado su orgullo y posición por la vergüenza de haberlo perdido todo, lo suyo y lo que se llevó en su huida, porque con ella se llevó sus estudios, educación, su casa, la play, el cariño recibido que  había despreciado...Todo lo había ido perdiendo en esos años, solo arrastraba consigo el dolor creado por la separación.



Fue al meter su mano en el bolsillo, cuando sus dedos acariciaron el tacto suave de su pañuelo rosa, lo único que conservaba de otro tiempo, y le hicieron recordar quien era, porque ese pañuelo no solo pertenecía a ella, sino que la unía con su origen. Su madre lo recibió de su abuela y esa de la suya. No le quedaba nada, solo ese pequeño objeto que en los momentos más duros le recordaba el tacto y suavidad de las caricias de su madre, el aroma ya olvidado de un hogar perdido.
Tal vez aún quedaba una cama...
Recogió su bolsa de tela después de mojarse la cara en la fuente para quitar el rimel de sus ojos, retiro el arillo de su nariz, por el que fue de casa y se puso a caminar hacia la estación de tren...

Fotografía tomada de internet 

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